Los abrazos no rotos

El 21 de enero se conmemora el Día Internacional del Abrazo. Este gesto cotidiano, vetado durante la pandemia, además de ser una muestra de afecto, es una importante fuente de salud.

Esta singular efeméride tiene su origen en los años 80 en los EE.UU. En ese momento, Kevin Zaborney, psicólogo de la Universidad de Michigan puso su atención en el elevado nivel de estrés que sufría la gente en su día a día. Como solución a este problema, se le ocurrió sugerir el aumento de la frecuencia de los abrazos, e incluso, fechó un día especial para ello en el calendario.

Durante la pandemia, el distanciamiento social como medida sanitaria, nos impidió mantener un contacto físico habitual. Este hecho provocó una especie de "síndrome de abstinencia" que se tradujo en malestar, estrés, ansiedad. angustia, sensación de soledad y/o tristeza..., lo que se ha denominado como hambre de piel

Bienestar y calma

Cuando abrazamos a alguien, liberamos oxitocina y endorfinas lo que disminuye la producción de cortisol y adrenalina, hormonas que se emiten en altas concentraciones cuando nos encontramos en una situación estresante. Al mismo tiempo, liberamos serotonina y dopamina, que contribuyen al bienestar y la calma. Por si esto fuese poco, además, activamos nuestro sistema límbico que es el encargado de la regulación emocional, lo que contribuye a reforzar los vínculos afectivos. Y todo ello se consigue con el simple gesto de abrazarnos.

Otro de los beneficios observados en esta práctica, es la reducción de la presión arterial. Además, al activar las hormonas relacionadas con las emociones positivas, los abrazos ayudan a regular el sistema inmunológico y genera estados de bienestar, tranquilidad y confianza. 

Duración mínima

Sin embargo, para beneficiarnos de estas bondades no vale cualquier abrazo. Los abrazos que nos damos socialmente por cortesía suelen tener una duración de unos 3 segundos aproximadamente. Los expertos estiman que el abrazo "terapéutico" debe prolongarse durante 20 segundos como mínimo para obtener los resultados ya citados.

Estudio

Un estudio realizado en la Universidad de Goethe (Alemania) ha determinado que, recibir abrazos de otras personas, así como de uno mismo, reduce las hormonas del estrés. Para ello sometieron a un grupo de personas voluntarias a una prueba de estrés (entrevista falsa de trabajo). 

A continuación se dividieron en tres grupos y a los componentes de cada uno de ellos se les sometió a diferentes situaciones: un grupo recibió un abrazo de 20 segundos de duración, otro, no tuvo ningún tipo de contacto físico y los componentes del tercer grupo, se abrazaron a sí mismos durante esos mismos 20 segundos. El resultado fue que quienes recibieron un abrazo (propio o ajeno), mostraron niveles más bajos de cortisol, es decir, redujeron los efectos negativos del estrés.


La psicoterapeuta estadounidense Virginia Satir estima que "necesitamos cuatro abrazos diarios para sobrevivir, ocho para mantenernos y doce abrazos al día para crecer". Piensa, recuenta y, si aún  no has cubierto el cupo, ¡abraza!



Sonia Jiménez Palenzuela 
Técnica de Educación para la Salud y  
Acción Comunitaria para la Acción Local en Salud
Distrito Sanitario Málaga-Guadalhorce
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