Las enfermedades cardíacas son la principal causa de muerte entre las mujeres.
Según los datos del INE, en 2020, el 31% de la mortalidad femenina se debió a
ello frente al 26.3 % de los hombres en los que esta causa ocupa la segunda
posición tras los tumores.
Sesgo de género
El sesgo de género en este ámbito se refleja en la atribución
de los mismos factores de riesgo, síntomas o presentación clínica a hombres y
mujeres, uso de diferentes abordajes terapéuticos, mayor dificultad en el
diagnóstico, menor porcentaje de tratamientos farmacológicos o retraso de las
intervenciones y tratamientos de las mujeres con respecto a los hombres.
Se han estado considerando factores de riesgo cardíaco la edad, el
colesterol, la diabetes, la hipertensión, el tabaquismo, el estrés, la obesidad,
la herencia genética o la frecuencia cardíaca. Sin embargo, existen diferencias
en su incidencia dependiendo del sexo en algunos de ellos. Por ejemplo, la
diabetes y el tabaquismo aumentan el riesgo de Enfermedad Cardio Vascular más en
las mujeres que en los hombres. Además, estas ECV se desarrollan un promedio de
7-10 años más tarde en las mujeres que en los hombres por lo que ellas suelen
presentar más comorbilidades.
Embarazo y menopausia
No podemos olvidar que hay dos momentos en la
vida de la mujer que afectan a su salud: el embarazo y la menopausia. En el
primer caso, la hipertensión gestacional aumenta el riesgo de sufrir
hipertensión arterial tras el embarazo. Con respecto a la menopausia, los
cambios que acarrea en el organismo de la mujer (aumento de los niveles de
colesterol y de peso, entre otros), incrementan la probabilidad de una enfermedad cardíaca.
Síntomas
Según un estudio elaborado por la Escuela
Andaluza de Salud Pública, de 1.416 encuestas realizadas a pacientes atendidas
por infarto de miorcardio en centros sanitarios, los motivos que adujeron estas
mujeres para no prestar atención a los primeros síntomas, era “desconocerlos o
confundirlos con ansiedad o angustia y anteponer el terminar la jornada laboral,
realizar las tareas domésticas o no desatender a personas a su cargo”.
Los síntomas más reconocibles en caso de producirse un infarto suelen ser dolor agudo y opresivo en el pecho que se irradia al brazo izquierdo. En el caso de las mujeres, estos síntomas son muy variados, lo que dificulta su diagnóstico. Se trata de fatiga inusual, dificultad respiratoria, sudor frío o dolor de estómago. También se ha detectado que los días previos se puede presentar insomnio, ansiedad o debilidad.
Un artículo publicado en la revista The Lacet señala que la escala GRACE (un parámetro que se utiliza para estratificar el riesgo de muerte hospitalaria tras sufrir un infarto) subestima el riesgo en el caso de las mujeres relevándolas a un riesgo "bajo a intermedio".
Por todo ello es muy importante reconocer los síntomas para lograr un diagnóstico efectivo y una posterior adecuada recuperación. Y ante todo, intentar retrasar todo lo que se pueda la aparición de estas dolencias evitando factores de riesgo conductuales promoviendo una dieta equilibrada, actividad física o abandono del tabaco y el alcohol, fundamentalmente.
Enlaces relacionados:
Sonia Jiménez Palenzuela
Técnica de Educación para la Salud y
Acción Comunitaria para la Acción Local en Salud
Distrito Sanitario Málaga-Guadalhorce
www.redlocalsalud.es
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Twitter @AndaluciaRelas
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