Integración cultural y salud local

                                

La integración cultural ha sido una línea de trabajo priorizada por la Jornada de Participación en Salud, tras la presentación del Perfil Local de Salud de Lepe, en el marco de la Red Local de Acción en Salud, RELAS. Esta preferencia deviene de una ciudad multicultural que cuenta con una gran diversidad poblacional originada por la inmigración, presentando una miríada de nacionalidades, surtidas creencias y costumbres, además de otros colectivos culturales, en heterogéneas proporciones. Esta realidad es un hecho de gran relevancia porque forma parte de los determinantes sociales que inciden en la salud. 

En nuestra ciudad tenemos la suerte de contar con la experiencia gradual de haber ido recibiendo aportaciones poblacionales de otros lugares, motivadas por el desarrollo económico y tecnológico de la agricultura intensiva de cítricos y frutos rojos, además del sector terciario. Es una localidad que ha ido sumando, en principio, familias de otras localidades de Andalucía y de la vecina Portugal. La necesidad de mano de obra, conforme llegaba la década de 1990, iba cubriéndose con personas provenientes de Argelia, Marruecos y del África Subsahariano. A principios del 2000, de Ecuador y de otros países hispanoamericanos. Con las nuevas adhesiones a la Unión Europea, que facilita la libre circulación de personas entre los estados miembros, van llegando de Rumanía y de otros países de Europa del Este. Contando con la expansión económica de los mercados, también se incluyen en nuestros vecindarios personas originarias de China y otros países orientales. Es propio de una sociedad actual, abierta y globalizada este intercambio cultural, haciendo que la homogeneidad parezca una rareza que no puedan permitirse ni siquiera las sociedades aisladas.               

Desde una perspectiva temporal se podría decir que todos los grupos humanos necesitan adaptarse a un mundo, tanto en continuo cambio como en constante flujo migratorio.  Y se requiere una adaptación al cambio de entorno, con lo que supone vivir en un país diferente y todo lo que implica en cuanto a la lengua, derechos, deberes, obligaciones fiscales, asuntos laborales, costumbres, códigos sociales, horario, clima. Se trata de adquirir unos conocimientos instrumentales que les permitan gestionar su vida diaria solventando la desventaja de no contar con la ayuda de la familia extensa que no haya podido reagruparse. 

Los seres humanos, cuando migran, si consiguen adaptarse y desarrollar su vida, van a establecerse como nuevos ciudadanos que pasarán sus etapas vitales aquí: formalizarán sus vínculos y llegará su descendencia. Sin embargo, es el ámbito del contacto con la población autóctona, y las relaciones que entre esta y todos los demás colectivos se den, lo que resulta de la mayor trascendencia: lograr una convivencia pacífica que permita el desarrollo de una sociedad enriquecida que promueva y mantenga una ganancia de salud en todos los ámbitos, sin menoscabo de la salud emocional y mental que hace que la vida sea más agradable, productiva y edificante, contribuyendo así al bienestar y al capital social.  

Los análisis internacionales sobre la distribución de la salud, realizados por la OMS, señalan algunas circunstancias que generan desigualdades sociales, pues se registran enfermedades mucho más frecuentes en grupos sociales más desfavorecidos. Esto ha requerido una respuesta que se vertebre en todos los departamentos de las administraciones, se trata del enfoque necesariamente transversal tomado por la Unión Europea y que ha trascendido a todos los países miembros: Salud en Todas las Políticas (STP).

Entonces, se precisa una integración de los grupos humanos en los espacios de encuentro comunes, públicos, laborales, de consumo y servicios, vecinales, escolares y académicos, y cualesquiera que sean los escenarios de participación social. La integración, como proceso, no es individual ni instantánea, tiene carácter bidireccional, se va dando de manera gradual,  requiriendo compromisos que establezcan vínculos de respeto, aceptación de las normas y de los valores de la sociedad receptora. La población nativa debe reconocer el derecho a la diversidad y tiene la obligación de aceptar la diferencia que supone la interrelación y coexistencia de elementos culturales exógenos. Todo ello bajo la seguridad y protección que ofrece nuestro marco jurídico -en el Código Penal se señalan los delitos de odio y la negación de prestación de servicios de derecho- así como la preservación de los Derechos Humanos Universales. 

Ante el hecho multicultural la respuesta es la interculturalidad, pues esa es la herramienta válida que, sustentada por los principios básicos del reconocimiento cultural, las relaciones equitativas, el respeto a las diferencias y el enriquecimiento mutuo, permite que las relaciones que se establecen entre las culturas sea en situación de igualdad. A su vez, sería como la mejor forma de resolver conflictos por medio del respeto, el diálogo y la concertación. Y esta herramienta estará operando con éxito siempre que se  tengan en cuenta los factores que puedan obstaculizarla, como la comunicación, las distintas concepciones de cultura, las jerarquías sociales, las diferencias económicas… Por ello, la interculturalidad ha sido reconocida en el ordenamiento jurídico como uno de los fines del Sistema Educativo Nacional, proponiéndose una Educación Intercultural que va a transponerse en  diferentes  niveles  y asignaturas.  Respondería a la educación en valores, y se integra en  las asignaturas de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, Educación Ético-Cívica e Historia y Cultura de las religiones.


 

Por otro lado, desde los ámbitos comunitarios y de la educación social  también se llevan a cabo de manera continua numerosos instrumentos, servicios de mediación, espacios interculturales, formaciones en lengua e historia y cultura constitucional española, dispositivos de ayuda... que impulsen la integración. Otras medidas van dirigidas a la sociedad de acogida con el objetivo de informar y ofrecer conocimientos de  otras culturas, y también las campañas en medios de comunicación diseñadas con el objetivo de sensibilizar contra del racismo y la xenofobia.

Pasadas unas décadas, una localidad que haya adquirido las competencias transculturales necesarias tendrá la capacidad para servir de plataforma amable para los nuevos contingentes de personas trabajadoras que vengan a establecerse o a cubrir solo temporadas. Pues ya contaría con un trabajo realizado con anterioridad, además de continuo, una suerte de mestizaje entre familias autóctonas y familias establecidas e integradas con consistencia, con su infancia y juventud escolarizada en un sistema educativo proveedor de las mejores experiencias y oportunidades de integración. Una administración con políticas locales y normas urbanísticas regidas por el principio de la cohesión social. Una identidad ciudadana nueva en la que no se etiquetarán a las siguientes generaciones por el origen de sus ascendientes, sino que participarán unívocamente en la construcción de su ciudad.   

En definitiva, la integración cultural mediada por la interculturalidad, avalada por la política nacional y europea, respaldada por el derecho, desarrollada por la educación y ejecutada por los servicios de las administraciones públicas, va transformando una comunidad diversa en una auténtica sociedad del conocimiento. Se caracterizaría por ser una ciudad solidaria y proveedora de experiencias de vida satisfactorias, protectora y resiliente, que lidere participativamente los proyectos que respondan a sus necesidades o carencias, posibilitando que cada persona pueda acceder en igualdad de condiciones a la identificación y uso de los activos en salud de su propia comunidad.


José Luis Paleán Martín

Pedagogo y Educador Social.

Técnico Juventud Ayuntamiento de Lepe



Comentarios

  1. Al integrar la multicularidad hacerla intercultural se enriquecen los que viven en ella, los pueblos están mas vivos y saludables - Muchas gracias

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