La salud mental es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad, según nos define la Organización Mundial de la Salud. Nuestra salud física y mental están muy relacionadas.
Podemos mejorar nuestra salud mental si hacemos más ejercicio físico al aire libre, evitamos tóxicos como el alcohol y el tabaco, y realizamos cualquier actividad que nos fomente la interacción social, la cohesión y nos aleje el aislamiento. Ya nos advertía Platón: “La falta de actividad destruye la buena condición de todo ser humano, mientras que el movimiento y el ejercicio físico la conservan”. Dentro de las intervenciones comunitarias, los programas dirigidos de ejercicio físico han demostrado que logran reducir los síntomas de ansiedad y depresión en aquellos que lo practican.
Día Mundial de la Salud Mental
El lema del día de la salud mental de 2021, que celebramos el 10 octubre, nos recuerda lo siguiente: “La salud mental, un derecho necesario. Mañana puedes ser tú”. Podemos cuidar nuestra salud mental, pero también es necesario trabajar por la integración y la aceptación de la diversidad. Se trata de que intentemos fortalecer las relaciones basadas en el buen trato y la cooperación.
Esta postura favorece la cohesión y la ausencia de conflictos, así como la prevención y la recuperación en los trastornos mentales. Todos somos responsables a la hora de crear ambientes agradables y seguros, de no dejarnos llevar por los prejuicios y el estigma y de cultivar emociones positivas como la compasión y la gratitud. Nuestra herramienta principal es la empatía, entendida como nuestra capacidad de percibir, comprender y compartir los sentimientos, pensamientos y emociones de los demás, basada en el reconocimiento del otro como una persona similar a nosotros, con mente propia.
Desigualdad e inequidad
Uno de nuestros factores protectores frente a la aparición de enfermedades mentales es la resiliencia, entendida como la capacidad que tiene una persona de superar circunstancias traumáticas y, a su vez, la manera en que se desarrollan las relaciones sociales en su entorno y cómo es su red social de apoyo.
En el lado contrario, un grave factor de riesgo es la desigualdad, que incrementa la aparición y gravedad de los trastornos mentales. La pobreza y la inequidad someten a las personas a un grave estrés, por el que se precipita la aparición de conductas de riesgo para su salud, tanto física como mental, con una pérdida de expectativa de calidad y de años de vida.
Si evitamos la exclusión reduciremos la inequidad, y si abordamos la desigualdad disminuiremos la aparición y la gravedad de los trastornos mentales.
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