¿Pueden ser consideradas la naturaleza y la vegetación unos de los activos más importantes en Salud?

Rodearnos de árboles, de espacios verdes, de animales, en fin de la flora y fauna de nuestro entorno,...es bueno para nuestra salud? La respuesta en el siguiente post...

Hoy 5 de junio de 2018, se conmemora, como cada año desde 1974, el Día Mundial del MedioAmbiente con el fin de concienciar sobre la importancia de preservar y proteger el entorno natural donde convivimos las personas con el resto de especies animales. Es tal la importancia de su protección que de ello depende nuestra propia existencia y futuro como especie.

Quería aprovechar esta oportunidad que la Consejería de Salud, a través de la Estrategia de la Acción Local en Salud (RELAS), me ha ofrecido en este post, para destacar los innumerables beneficios que proporciona el contacto con los recursos vivos que proporciona la naturaleza –flora y fauna- para nuestra salud. En las últimas décadas, la evidencia científica acerca de los beneficios que tienen las zonas verdes sobre nuestra salud no ha hecho más que crecer. De la misma manera van apareciendo estudios que indican cómo la contaminación del aire, de las aguas y la destrucción de los hábitats en todas sus formas perjudican seriamente nuestra salud a corto, medio y largo plazo, comprometiendo nuestra pervivencia en el planeta tierra.

En este artículo, expondré primero algunos ejemplos de los beneficios para la salud que nos proporciona el estar rodeados y en contacto con zonas verdes. Seguidamente, presentaré algunos datos de cómo un medioambiente enfermo -donde predomina el cemento, el hierro y el humo de los coches- nos hace perder la salud, enfermar e incluso llevarnos a morir. Por último, me gustaría concluir con algunas reflexiones sobre el papel que tenemos cada ciudadano y ciudadana de proteger no sólo nuestro medioambiente más cercano e inmediato, sino también el que está a miles de kilómetros de donde vivimos.

Con respecto a los estudios relativos a los beneficios sobre la salud, cabe mencionar el trabajo de revisión de los finlandeses Karjalainen, Sarjala y Raitio (2010), que en la línea de las investigaciones en torno a los baños de bosque en Japón, Korea y otras partes del mundo, muestran las bondades que proporcionan las plantas tanto para nuestro organismo como para el bienestar psicológico. Estos autores nos recuerdan que aparte de los productos como madera o frutos, los árboles producen oxígeno esencial para la vida, sirven para mitigar las inundaciones y sequías, como barrera acústica, evitan la erosión, absorben el CO2, sus copas captan contaminantes, mantienen la calidad del agua y del suelo, y así un largo etcétera. Pero además cubren muchas otras necesidades humanas de tipo estético, espiritual o recreacional.

Según los distintos estudios que revisan, entre los grandes beneficios que aporta la naturaleza se encuentra el hecho de que las plantas ayudan a reducir la sobrecarga emocional y la depresión; las salidas al campo estimularían el sistema inmunitario aumentando las células asesinas naturales teniendo un efecto preventivo en el desarrollo de cánceres; la motivación para realizar ejercicio físico en el campo aumenta por estar en un ambiente verde y con vegetación; o cómo los paseos por parques y montañas hacen que los niveles de glucosa disminuyan en pacientes diabéticos.

Existen otros trabajos que apuntan en la misma dirección. El ambiente forestal ayuda a reducir el estrés psicológico y a mejorar el ánimo e incluso a la recuperación de la fatiga atencional. A nivel fisiológico, comparando la visualización de imágenes con naturaleza frente contextos urbanos, resultando que las primeras bajarían la tensión arterial y muscular así como la tasa cardíaca (Laumann, Gärling, Stormark, 2003; Maas, et al, 2016).

Otro ejemplo lo tenemos en un trabajo llevado a cabo en Toronto, donde se comprobó que personas que vivían en vecindarios con mayor densidad de árboles tenían una mejor percepción en su salud y menos condiciones cardiometabólicas comparables con ser siete años más jóvenes (Kardan et al., 2015).
Vista panorámica La Zubia (Granada)

Por último, en lo que se refiere a las mejoras en situaciones de enfermedad o cirugía, el tener vistas desde la ventana de un hospital a paisajes con árboles y vegetación coadyuvaría a una pronta recuperación tras una operación o convalecencia (Cervinka, Röderer, y Hämmerle, 2014). Por eso, no es de extrañar que muchos hospitales, sanatorios, residencias o balnearios históricamente, y en la actualidad, se hayan asegurado de contar con frondosos jardines o situado en la montaña.

Como podemos comprobar son muchas las ventajas de la vegetación para estar sanos y prevenir la enfermedad, por consiguiente, no nos equivocamos si consideramos como uno de los activos más importantes en salud a los árboles, las zonas verdes, los parques, el verdor de la hierba y las plantas, en definitiva, la naturaleza.

Sin embargo, y por desgracia, existen grandes desafíos para garantizar este valiosísimo activo para la salud debido a la deforestación, la pérdida de zonas verdes y de biodiversidad como consecuencia del frenético y caótico desarrollo urbanístico en todo el mundo. Además, el modelo energético predominante basado en los combustibles fósiles contamina el aire de norte a sur y de este a oeste. La contaminación del aire debido al ozono y otras partículas originadas en la combustión es considerada por la Asociación Americana del Pulmón como el mayor riesgo para la salud de la infancia y personas adultas. Esta organización establece diez grandes consecuencias para la salud al respirar el aire contaminado. A saber: muerte prematura; problemas en el desarrollo infantil; problemas reproductivos; ataques de asma; cáncer de pulmón; sibilancias y tos; respiración disminuida; daño cardiovascular; susceptibilidad a infecciones; inflamación y enrojecimiento del tejido pulmonar.
Jóvenes de La Zubia participando en una "actividad medioambiental"
Una consecuencia global proveniente en parte de los espacios degradados y de la contaminación, y que a su vez los retroalimenta: es el cambio climático.
En este sentido habría que destacar el trabajo de Doherty y Clayton (2011) donde ponen el foco en los impactos psicológicos que producen el cambio climático. Describen tres clases de impactos psicológicos, y por tanto con consecuencias sobre la salud individual y comunitaria: impactos directos (v.g. golpes de calor por el cambio en medioambiente, inundaciones, sequías); impactos indirectos o vicarios (sentirse emocionalmente amenazado, con ansiedad, con preocupación por observar esas consecuencias en otros); e impactos psicosociales (v.g. la violencia asociada al calor, dificultad para acceder a ecosistemas florecientes, etc.).
Es tal el interés por las consecuencias negativas del deterioro del medioambiente en la salud y bienestar de las personas que el filósofo Glenn Albrecht en 2003 acuñó el término “Solastalgia” para describir el malestar psíquico o existencial causado por los cambios medioambientales, las catástrofes volcánicas o por la explotación desmedida de los recursos naturales.
Para finalizar, me gustaría hacer reflexionar sobre el papel que el comportamiento humano juega como causa principal de los problemas medioambientales. Hemos de apelar a la responsabilidad ética como ciudadanos y ciudadanas para conservar y proteger el medioambiente y alterar la trayectoria de destrucción de la naturaleza y preservarla como un tesoro único, ya que es claro el paralelismo entre la salud del planeta y nuestra propia la salud:
-Si los pulmones de la tierra funcionan adecuadamente, los nuestros respiraran aire limpio
-Si garantizamos una biodiversidad y un ecosistema equilibrado, tendremos garantizado los beneficios y alimentos que nos ofrecen las plantas
-Si mantenemos limpias y frescas las aguas de los ríos, acuíferos y mares, nos aseguraremos que el agua que circula por nuestras venas y arterias sea óptima para nuestro cuerpo.
En este sentido, nuestra forma de estar en el mundo tiene un impacto en cada faceta de nuestras vidas: ocio, transporte, vivienda, vestimenta o la más importante desde mi punto de vista, nuestros hábitos alimenticios.
A través de la educación de la ciudadanía, de las empresas y de la clase política se lleve a cabo una sensibilización sobre la fragilidad de los recursos vivos y naturales y de su incalculable valor. No hay nada mejor que educar desde la infancia, es decir, si desde la infancia tenemos contacto frecuente y agradable con la naturaleza, en la adultez buscaremos y nos sentiremos cómodos en ese medio. La infancia que ha crecido rodeado de naturaleza respetando las formas de vida que ella hay, será más probable que valore no sólo vivir en ella o rodeado de vegetación sino que también la promoverá, la protegerá como el auténtico tesoro que es.
Recetario de Activos en Salud La Zubia (Granada)



Toda una serie de retos, que se pueden abordar desde el trabajo conjunto e intersectorial, desarrollado en cada municipio de Andalucía adherido a la Red de Acción Local en Salud (RELAS) , y más concretamente en el municipio en de La Zubia, teniendo en cuenta, el amplio potencial medioambiental del que se puede disfrutar.

Autor: Tomás Quirosa Moreno
Psicólogo y coordinador técnico Grupo Motor RELAS Ayuntamiento La Zubia (Granada)
Para más información: hola@metodoquirosa.com/www.metodoquirosa.com



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