La jornada de este 1 de
mayo, Dia Internacional del Trabajo desde aquel 1886, nos
recuerda la importancia de los derechos de los trabajadores y trabajadoras para
un empleo digno que permita desarrollar a las personas todas sus capacidades
sociales y personales en la vida.
Se
ha demostrados científicamente que la precariedad laboral y el desempleo influyen
en la salud
de las personas ya que el empleo es un aspecto de la vida que condiciona
muchos otros, puede influir de forma positiva, si existen buenas condiciones
laborales, como de forma negativa en caso de contratos de empleo precarios o
trabajos temporales de largas jornadas sin la seguridad laboral adecuada. De
hecho, las estadísticas europeas realizadas por Labour Force Survey muestran
que 39% de los casos de baja laboral son debidas a estrés, depresión o ansiedad
relacionadas con el trabajo o causadas por el empleo.
La
crisis laboral y el mercado laboral globalizado ha llevado a que la situación
de precariedad laboral y desempleo sea generalizada entre la población en edad
activa laboralmente. En este ámbito, la relación entre desempleo y problemas
de salud en las personas que sufren estas circunstancias se hace cada vez más
estrecha cuando la situación precariedad laboral se alarga en el tiempo. Los
autores Evans-Lacko et al. (2013) indicaron que, tras el comienzo de la crisis,
la diferencia entre las tasas de desempleo para los individuos europeos, con o
sin problemas de salud mental han aumentado significativamente. Además, crecieron
más notablemente entre los hombres y también, entre aquellos individuos con
bajos niveles de educación.
Hay
evidencias científicas que demuestran que el desempleo entre hombres y mujeres provoca
aislamiento social desencadenando especialmente, destabilización emocional, ansiedad, aparición de sentimientos de inferioridad y
riesgo de depresión. Sin embargo, según un informe del
Parlamento Europeo en 2016, los roles de género y las desigualdades de género se
hacen visibles entre las dolencias mayoritarias en un hombres y mujeres en
estos casos. El índice de depresión y la ansiedad es mayor en mujeres y en el
caso de los hombres, es mayor el índice de desórdenes psicosociales y abuso de
substancias.
En
los casos donde las condiciones de trabajo no son buenas también se
desencadenan problemas de salud. Los estudios de las autoras Stavroula Leka y AdityaJain, en la Universidad de Nottingham han analizado las consecuencias delmalestar en el lugar de trabajo, desde su perspectiva médica, económica y
social y afirman que, la mayoría de las personas que viven con depresión y
ansiedad, tienen empleo, pero son numerosas las que se encuentran bien en
riesgo de perder su puesto de trabajo o bien, ante una situación de riesgo de
exclusión permanente del mercado laboral, en comparación con las personas que
viven sin estos problemas de salud mental.
Además,
de las malas condiciones laborales dadas en la actualidad también se encuentran
otro factor que agrava el malestar de los y las trabajadoras en su puesto de
trabajo, el estrés. La gran mayoría de los resultados de investigaciones
prospectivas confirman el elevado riesgo de depresión entre los trabajadores
que trabajan en un entorno laboral estresante.
La
salud está condicionada por muchos factores, entre ellos el empleo y las
condiciones laborales. Es de vital importancia tomar consciencia de que tanto
las condiciones de incertidumbre laboral como de desempleo tienen un efecto negativo
en la salud de las personas, no exclusivamente por el riesgo de exclusión
social y pobreza, sino también por el rol social que se desarrolla cuando una
persona tiene un empleo. Por todo ello, es necesario recordar la necesidad de
defender los derechos laborales como forma de respeto de unas condiciones de
vida dignas y saludables para las personas trabajadoras, así como la existencia
de políticas de empleo que promuevan condiciones de trabajo justas.
Claudia Meza Gómez
Técnica de Acción Local en Salud de Málaga
Comentarios
Publicar un comentario