HOGAR, DULCE HOGAR.

En nuestra vida normal pasamos muchas horas en casa, pero desde que se decretó el estado de alarma por el COVID19 hemos pasado más horas que nunca. El confinamiento nos ha ayudado a tomar conciencia de la importancia que este entorno intimo y privado tiene para nuestra salud física, mental y emocional. En este sentido nos hemos hecho algunas preguntas que nos podrían ayudar a mejorar nuestras viviendas y con ello nuestra calidad de vida.


¿Son saludables nuestras casas?


La respuesta general es simplemente NO. El modelo de vivienda que existe actualmente en España, la real, la común, no la que sale en las revistas o en el cine, es pequeña, rígida, orientada al interior, sin espacios abiertos (sin ventilación suficiente, y con una iluminación natural más que escasa en muchos casos), con una estructura jerarquizada que no responde a las necesidades de los que las habitan.  Esto responde a que las viviendas por norma general no están diseñadas para ser saludables sino buscando una rentabilidad extrema a costa de la salud de sus ocupante. Parte de la responsabilidad de esta situación la tienen las administraciones públicas, ya que la política nacional, autonómica y local no promueve de forma directa, ni clara, una arquitectura que ponga la salud y el bienestar de las personas en el centro. En este sentido tenemos una de las legislaciones mas laxas en esta materia de Europa y ademas esta ha ido empeorando con el paso de los años.
Queda por tanto, en la mano de las constructoras y en la voluntad del mercado especulativo que los hogares de nueva construcción respondan a ciertos parámetros saludables de materiales, tamaños, distribución, etc. 

¿Que hemos aprendido en el confinamiento?


Durante el encierro hemos identificado algunos aspectos de nuestras viviendas que son importantes para nuestra felicidad y bienestar, en definitiva para nuestra salud. Muchas personas han decidido realizar cambios en sus viviendas, ya sea de uso, distribución, decoración, mobiliario, e incluso un cambio de vivienda en cuanto ha sido posible.

Exteriores.

La imagen de las personas disfrutando de las terrazas y balcones se nos quedará en la retina como parte de la galería de momentos del confinamiento y la búsqueda de viviendas con terraza o jardín ha crecido un 26% desde el inicio del confinamiento (Servihabitat).
Las terrazas tienen su origen en en el higienismo de los años 20 en Francia, vinculados a la salud, pero las viviendas con terraza o espacios exteriores han sufrido una transformación, cerrándose muchas, con la permisividad de las administraciones competentes, debido a una mezcla de factores: la necesidad de más espacio dentro del hogar, el uso del aire acondicionado que hace menos necesaria la ventilación natural y la hostilidad del medio exterior como los ruidos del trafico y la polución. Las ordenanzas municipales deberían de ser revisadas para fomentar estos espacios abiertos y de desahogo.




Polivalencia.

Durante el confinamiento hemos visto como nuestros salones se convertían en gimnasios, oficinas y escuelas. La polivalencia o multifuncionalidad de los espacios interiores es una de los aspectos que se han valorado durante el confinamiento, ya que las estancias que hasta ahora han estado rígidamente destinadas a estar, cocinar, dormir o comer, ahora han tenido que ser transformadas en despachos de trabajo, aulas de estudios, gimnasios o patios de juego.




Comunidad.

Una imagen que nos ha llegado a todos en el confinamiento ha sido la de las comunidades de vecinos que han hecho ejercicio unidos desde sus balcones y terrazas. Otro ejemplo ha sido el de las calles donde los vecinos de distintos bloques han terminado celebrando hasta cumpleaños desde sus ventanas. Ejemplos de apoyo mutuo y cuidados colectivos que han ayudado a muchas personas a pasar mejor el aislamiento.
La comunidad influye no sólo en las decisiones que se tomen sobre el cuidado y mantenimiento del edificio, sino en las normas de convivencia y en las dinámicas de relación y cuidados que se dan en el mismo. Según Iñaki alonso, de la cooperativa de vivienda 'entre patios', “actualmente “El edificio es un almacén de vidas aisladas en el que la gente se muere sin que el vecino se entere”... la cercanía de la comunidad es también una manera de protección” .




Belleza.

Sólo hay que darse un paseo por IKEA después del confinamiento para darnos cuenta de que muchas personas  han decidido darle un cambio a su hogar. Es importante que los espacios respondan a nuestros gustos y emociones y no a una idea de mercado impuesta. Como dice la interiorista Ilse Crawford, “Pasamos el 87 por ciento de nuestras vidas dentro de edificios, como están diseñados realmente afecta a como nos sentimos y como nos comportamos”. Esta idea responde a la concepción del hogar como un objeto y espacio de disfrute y no como un seguro económico o de inversión a largo plazo. 




Tamaño. 

Si comparamos la experiencia del confinamiento para una familia en una vivienda de 200 metros cuadrados con la de una familia similar pero que sólo cuenta con 65 metros cuadrados seguro que se nos ocurren muchas razones por las que la primera familia ha tenido una mejor experiencia.
La familia española de clase media vive en espacios más estrechos y pequeños que en los países vecinos de la UE, como Alemania o Austria, donde los estándares mínimos son mucho más generosos. Por ejemplo en Andalucía el tamaño mínimo legal de una vivienda es de 24 metros cuadrados.
Las razones por las que el tamaño de nuestra casa nos afecta van más allá de la comodidad. En primer lugar está la higiene, ya que las dimensiones permiten la separación real de espacios, como por ejemplo impidiendo que los humos de la cocina lleguen a los dormitorios; por otro lado afecta a la seguridad, ya que la colocación de instalaciones eléctricas, saneamientos, etc. tienen unos requisitos que requieren ciertas distancias; y por ultimo las dinámicas de las relaciones sociales que se pueden dar en una vivienda cambian mucho según los tamaños (pensemos en las dos familias que hemos puesto antes de ejemplo). 



¿Puedo hacer algo para que mi hogar sea más saludable?


Siempre podemos mejorar nuestro hogar para hacerlo más saludable. La OMS elaboró en 2018 unas  recomendaciones basadas en siete principios que responden a la reducción de los factores de riesgo que son más habituales en los hogares. Están basadas en la evidencia científica y pueden servir también como guías para la promoción de entornos saludables desde las políticas locales de salud.
Las recomendaciones son:
1. Mantener la temperatura y humedad relativa adecuadas.
2. Mantener el hogar limpio.
3. Mantener las condiciones de seguridad apropiadas.
4. Mantener las condiciones de accesibilidad.
5. Mantener la vivienda ventilada.
6. Controlar la contaminación acústica y lumínica.
7. Realizar un mantenimiento periódico.





Ha tenido que haber una crisis sanitaria que nos obligue a quedarnos en casa para que muchas personas e instituciones reflexionemos y nos pongamos a la tarea de mejorar nuestros hogares y en consecuencia nuestra salud. Sin embargo, algo habremos ganado con el confinamiento si empezamos a tomarnos en serio la arquitectura, el diseño y las características del hogar como un factor determinante e importante en la salud de las personas y las comunidades.














Luna Rodríguez Pérez
Técnica de Educación en Salud y Participación comunitaria 
Unidad de Acción Local en Salud de la provincia de Sevilla
@laluniya

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